Nuestra Historia

Nuestra Historia por Steve

Todo comenzó cuando estaba buscando cubrir una vacante en el trabajo. Uno de mis técnicos me comentó que su tía estaba buscando empleo, así que le pedí su número. Al día siguiente hablamos por teléfono y me dijo que vendría la semana siguiente a una entrevista.
Desde el momento en que nos conocimos supe que estaba en problemas. Su belleza, su inteligencia y la manera en que se desenvolvía me dejaron completamente cautivado. La contraté por su experiencia. Con el paso de los meses, nuestras conversaciones dejaron de ser solo sobre el trabajo y empezaron a girar en torno a la vida, los sueños y la familia.
Cada charla me dejaba con más ganas de conocerla.

Un día nos encontramos en la sala de descanso. Yo estaba calentando mi comida y ella comentó lo bien que olía sorprendida de que un hombre cocinara así. La invité a cenar ese jueves (sin saber que era mi cumpleaños), aunque en la oficina corrían rumores de que había un asado en mi casa, ella aún no sospechaba que esa noche estaba pensada solo para ella.

Esa noche preparé el ambiente perfecto: una chimenea encendida, velas y música suave. Comenzamos con una ensalada de hojas frescas con nueces caramelizadas, mandarinas y vinagreta, seguida de salmón con cangrejo, espinacas y papas bañadas en una ligera salsa cremosa. Me gusta pensar que esa cena selló su destino conmigo. Claro, ella fue precavida al darse cuenta de que estaba sola y que no había más compañeros de trabajo, compartió su ubicación con su mejor amiga y le envió un mensaje que decía: “Si en una hora no sabes de mí, llama a la policía”. Aun así, yo seguía en una situación dificil — después de todo, un jefe no debería involucrarse con una empleada. Decidí guardar mis sentimientos… hasta que la semana siguiente me entregó su carta de renuncia y me contó que había aceptado otro trabajo y se marcharía. En ese instante no pude ocultar mi felicidad al tener, por fin, la oportunidad de ser sincero. Le pedí que habláramos después del trabajo y, aunque se sorprendió, aceptó pensando que le iba a ofrecer una mejor oportunidad laboral.

Esa noche le robé nuestro primer beso, la tomó por sorpresa e incluso intentó apartarme al inicio, pero pronto se convirtió en el momento que marcó el comienzo de nuestra vida juntos. Desde entonces hemos reído, crecido y construido un lazo más fuerte de lo que jamás hubiéramos imaginado.

Ese camino nos ha traído hasta hoy, listos para decir “Sí, acepto”, rodeados del cariño de quienes más queremos